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El director de cine italiano Sergio Leone aportó al género del western un ambiente especial en cuanto al trabajo de caracterización de personajes, el tratamiento de los argumentos y la forma de rodar.
Creó un lejano oeste más oscuro y “sucio” que se dio en llamar Spaghetti Western, gracias al origen italiano de los realizadores. Tres películas emblemáticas de este género, en las cuales participó Clint Eastwood como actor, son: Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966). Una de las aportaciones fundamentales al género la hizo el compositor Ennio Morricone quien, usando el apodo de Don Savio, era el encargado de la realización de las bandas sonoras de los filmes de Leone. Posteriormente, gracias a la composición de música de westerns, Morricone triunfo en películas de otros géneros y es considerado un maestro de la música de cine.
Ennio Morricone – The Good, The Bad & The Ugly (Concierto)
Cine Orquestal
La referencia a la orquesta de la ópera clásica es necesaria para hablar de la obra de Ennio Morricone en los filmes de Sergio Leone.
Si la ópera se define como como un poema dramático puesto en música, las bandas sonoras compuestas por Ennio Morricone aportan un sentido “operístico” a los filmes de Sergio Leone. Sus films cambiaron el estilo y el enfoque de los westerns, y una de las principales razones de esta transformación se debe a una concepción muy operística de la banda sonora, logrando un sonido propio que utilizaba explícitamente la presencia de la música. Las colaboraciones de Morricone junto a Leone dieron como resultado una música compuesta sobre exóticos instrumentos pocas veces usados en las composiciones más clásicas, para crear un ambiente especial y aportar un lado oscuro a la caracterización de sus personajes. Creó una modernidad y una frescura nunca antes escuchadas en el cine, incluyendo elementos de percusión no instrumentales, como ruidos de campanas, relojes, gritos y pisadas de caballos.
El comienzo de La muerte tenía un precio abre con el plano general de un valle y se oye el silbido de un personaje montado a caballo y, luego, un disparo. La melodía de ese mismo silbido es la que da comienzo al tema musical en los créditos del film.
Lo novedoso y atractivo de su técnica se basa en que primero se componía la música y luego se trabajaban las escenas sobre ella. Esto genera una relación extraña, pero exquisita y muy efectiva dramáticamente entre música e imagen. Por ejemplo un conjunto de trompetas sonando, de pronto un corte abrupto que nos permite escuchar que los caballos resoplan, o el sonido de pasos en el árido desierto.
En el duelo final de La muerte tenia un precio se oye durante toda la escena la música de un pequeño retrato colgante, su melodía es la que va a pautar la duración del duelo. El sonido marca dramáticamente al relato a medida que la tensión va aumentando, y un flashback explica la importancia que el objeto musical tiene para los personajes. Es interesante la variación de temas musicales diferentes entre sí, de acuerdo a los personajes y a la historia.
Tanto en El Bueno, el malo y el feo, como en La muerte tenía un precio, la música que suena en las escenas de duelo final en el círculo de la plaza del pueblo tiene un aire español (con castañuelas y trompetas), la tensión en los rostros frente la muerte próxima recuerda a los enfrentamientos de las plazas de corrida de toros.
Este sentido operístico también se vuelve evidente cuando detectamos la composición de un tema a cada uno de los personajes y, a medida que cada uno de éstos se van presentando, cada tema hace su entrada en el relato. Además, los instrumentos usados para cada tema son tan diferentes entre sí, que la película parece ser un mosaico variado de temas musicales muy diversos, ligados entre sí por la historia del film.
El duelo final del western Hasta que llegó su hora (1968), es una escena entre Henry Fonda y Charles Bronson en la que un flash-back revela y explica los acontecimientos que desencadenaron el conflicto entre ambos personajes. Es magnífica la forma en que el presente y el pasado quedan unidos por el sonido desgarrador de una armónica, un objeto que está presente en ambos tiempos dramáticos y que condensa el conflicto entre los personajes. La música orquestal con guitarras eléctricas, y el sonido disonante de la armónica como único parlamento de los personajes, crea un clima de tensión en el espectador que se fusiona brillantemente con lo que pretende transmitir Leone con sus imágenes.
Para el teórico del cine Michel Chion (La Audiovisión, Introducción a una análisis conjunto de la imagen y el sonido, Paidos Ibérica, 1999) las películas sonoras no solo se ven, sino que se audioven, haciendo referencia a las relaciones y contaminaciones entre el sonido y la imagen a la hora de ver un film. Nada es más ilustrativo de esta experiencia que la relación establecida en los western de Sergio Leone, entre las imágenes y la música compuesta por Ennio Morricone. Chion habla de música de foso (término que hace referencia al foso de la orquesta de la ópera clásica) refiriéndose a la música que acompaña la imagen desde una posición off, fuera del lugar y del tiempo de la acción; en tanto música de pantalla refiere a la que emana de una fuente situada directa o indirectamente en el lugar y el tiempo de la acción. Ennio Morricone en los filmes de Sergio Leone utiliza abiertamente la presencia de la música creando un collage en cuanto a la condensación de elementos sonoros-musicales de diferentes fuentes que, al estar unidos, sugieren una obra única y original. Es así como Morricone convierte a la música de foso en un sonido emitido por un objeto localizado dentro de la pantalla como, por ejemplo, el sonido de un reloj o campanadas de una iglesia, dando como resultado que la localización de la fuente del sonido quede bajo el dominio de la ambigüedad para el espectador. En los largos duelos de las películas de Leone, en que los personajes no hacen sino permanecer frente a frente, la música funciona como una plataforma que flexibiliza las coordenadas espacio-temporales de los filmes. Por eso, la música operística de Ennio Morricone resulta esencial para percibir la inmovilización y la eternidad del tiempo de la imagen.
Gabriela A. Lotito Heinz
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